Algo más de 70.000 mujeres trabajan como agricultoras en un medio masculinizado, envejecido y anquilosado en parámetros patriarcales mientras un grupo mayor que se resiste a engrosar el éxodo que vacía el interior del país mantiene con más obstáculos que ayudas unos servicios básicos que evitan que el declive de los pueblos derive en finiquito.
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