El planeta, para un extraterrestre que aterrizase estos días, ofrecería una imagen extraña, entre apacible e inquietante. Más de un tercio de la humanidad está en casa, privada de la libertad de moverse, tan esencial y que todos damos por hecha. Las calles, vacías, como las carreteras sin coches. Los cielos claros, sin aviones. Las fronteras, cerradas.
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