Italia es un país desigual en su esencia y dispar en su realidad. La diferencia estructural entre un norte industrial y germánico y un sur pizpireta y mediterráneo, conforman un país repleto de rivalidades y contradictorio, donde el amor y el odio entre regiones impregnan su día a día. El fútbol, como no podía ser de otra forma, no ha sido ajeno a esta disparidad.
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