Si algo tienen en común las oscuridades más profundas del océano, los picos más altos del Himalaya y las partes más íntimas de nuestro cuerpo se trata, sin duda alguna, de la presencia de microplásticos. El plástico es un polímero cuyas propiedades parecen casi mágicas: resulta extremadamente versátil, barato y prácticamente indestructible. El plástico aguanta relativamente bien las embestidas del tiempo, que logra reducirlo a partículas demasiado diminutas para nuestros ojos, pero en realidad requiere de miles de años para su destrucción.
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Démonos por jodidos. Con la degradación ecológica solo queda un camino: medidas personales y familiares de autoprotección contra sus efectos.
No hay otro camino. Como colectivo, como especie hemos fallado estrepitosamente. Al género humano se la suda el daño ecológico y sus consecuencias.
Ya me jode haber tenido que asumir esto.