El pequeño se las arreglaba comiendo pasteles, latas frías y, a veces, robando tomates de un balcón cercano. Mientras, su madre vivía con su pareja en Sireuil, a cinco kilómetros de su hijo. El estudio de los registros telefónicos reveló que la mujer, de 39 años, no dormía con su hijo ni llevaba al colegio, donde, según Charente Libre, nadie había notado nada y donde el chico era muy buen alumno.
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