Apareció hace cinco años, procedía de esa germinación espontánea de donde vienen todos los yonquis y todos los borrachos. Brotan y ya está. Sin más. Decía que acababa de llegar de Barcelona y preguntaba por algún sitio donde trabajar. Su voz era un hilo nasal y apocado, casi no se le entendía. Cuando le decías que no se te ocurría nada, hacía como que se retiraba y, luego, con una espontaneidad fingida, parecía reparar en algo, regresaba y te pedía unos pocos céntimos para comprarse un bocadillo.
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