Si algo, precisamente, no genera la tauromaquia es cohesión, como se ha demostrado a lo largo de la historia. Intelectuales y artistas, personajes políticos, representantes de la iglesia católica y hasta reyes han mostrado su repugnancia por la sangrienta crueldad de la tortura taurina, como nos demuestra el historiador y periodista Juan Ignacio Codina, autor del libro Pan y Toros.
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