Según el barómetro del CIS de marzo, la corrupción es el segundo problema que más preocupa a los españoles después del paro. Aun así, parece que la toleramos, que no castigamos adecuadamente a los corruptos a la hora de votar, retirándoles totalmente nuestra confianza. ¿Por qué? La razón hay que buscarla en la cultura y en la historia. El bagaje acumulado en la sociedad española ha influido notablemente en una relativa aceptación del abuso en el ejercicio del poder.
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