Hoy el macartismo se privatizó. Ya no es el Estado el que dice qué se puede decir y pensar, sino el mercado. Y como el mercado siempre es más eficiente que el Estado, las listas negras ya no son necesarias. Los mismos progresistas se justifican usando el argumento del mercado, un argumento que repudiarían para cualquier otra cuestión, empezando por todas las políticas de “acción afirmativa”. Dicen: “Gina Carano puede decir lo que quiera y Disney tiene la libertad de no querer que trabaje con ellos”.
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