"Es indiscutible que las crisis nunca detienen el mundo, sino que lo aceleran. Esa es la razón por la que tanta gente ha sentido durante los últimos meses que quedarse en casa en tiempos de pandemia, incluso si uno no tiene que trabajar, no ha sido el remedio mágico que esperaba para hacer todo eso que siempre quiso hacer y nunca tuvo tiempo. El tiempo puede haberse detenido en lo privado, pero es evidente que fuera de los límites de nuestro hogar se ha acelerado, paralizándonos en la inquietud", escribe Héctor G. Barnés.
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