He sufrido el síndrome del trabajador quemado (burnout) y sé de lo que hablo. El estrés laboral de un periódico en crisis permanente me estaba matando y a punto estuve de hundirme con él. Necesité mucho cariño para salir del agujero. También fue fundamental la ayuda de un gran profesional de la psiquiatría, no te vayas a pensar que el amor lo cura todo. Tuve suerte. Cambié de vida y fue para bien. De esas quemas se sale resucitado, cual ave fénix que resurge de sus cenizas.
Comentarios
Conozco a dos chicos, ingenieros informáticos, que dejaron su trabajo después de una depresión por estrés laboral y ninguno de los dos a vuelto a dedicarse a eso.
Yo recordaré toda la vida, como un hito o punto de inflexión, que cuando todavía era pardillo, le grité a mi jefe de entonces un "NOOO!" a grito pelado que se enteró toda la planta... después de que me exigiera que viniese otro sabado y cuando me negué (había ido otros sabados pero ese me era imposible) me dijo todo indignado:
"¿entonces, no estas dispuesto a hacer el esfuerzo por este proyecto?"
Creo que ese "No" me salvó la vida... y ya no volví a ir ningún sabado más aunque me lo pidiese.
#2 creo que a veces no es tan simple.
Ocurre a menudo que tu familia depende de tus ingresos y no puedes permitirte negarte tan fácilmente.
Otra razón, quizás menos común, es una especie de Estocolmo en el cual te sientes comprometido con el proyecto y te des almas... A menudo de gratis
"Necesité mucho cariño para salir del agujero."
Vamos, que no paró de follar durante la "transición"