Ni los británicos que votaron "sí" al Brexit son estúpidos paletos, ni la Valencia que aupó a Rita Barberá es la de los "ninis" sin dos dedos de frente, ni el voto de Trump es de rednecks analfabetos. Que Trump sea un fascista nos puede parecer suficiente como para mover el voto en contra, pero, sin embargo, aquí nos gobierna el presidente de un partido calificado como "organización criminal" por la Guardia Civil, criado en la teta del franquismo y, si hubiera unas nuevas elecciones, se estima que el abstencionismo de la izquierda crecería.
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