Hoy coger un barco es un lujo que se pueden permitir las personas acaudaladas. Y quizás no es tanto así, sino solo el concepto que la propia sociedad marítima se ha autoimpuesto. Cualquiera que se acerque a la vela destierra en el minuto uno que es un deporte de pijos.Ya no solo son los impuestos, sino el amarre, la gasolina, el seguro... Y para que la gente lo use cuatro días en el año, no les compensa
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