Cuando en 2011 un equipo de los Navy Seal asaltó su residencia en Abbottabad, Pakistán, puso fin a su huída. Bin Laden murió aquella noche. Sus pertenencias no. Entre ellas, ordenadores y discos duros. Una de las revelaciones más jugosas filtradas por la CIA a los pocos días de su muerte fue la abundante cantidad de material pornográfico que el líder salafista guardaba para su uso y disfrute. La noticia contribuyó a caricaturizar y a humillar a Bin Laden tras su muerte.
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