Alrededor de 200 personas han escogido las instalaciones del viejo centro penitenciario como una residencia repleta de basura y pintadas vandálicas. Hace dos semanas se produjo un incendio en la antigua cárcel de Palma. Un suceso que ha pasado casi desapercibido pero el olor a humo es más que patente pese a los días que han pasado. En sa Presó se concentran los planes frustrados y se ha convertido en la meca de los que no tienen esperanza de conseguir un techo digno. «Es el último escalón antes de vivir en la calle», dice J.
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