En la cocina de su casa en el barrio Enciso, María* hace cálculos para repartir dos pedazos de pollo entre ocho personas. La carne se la regaló un comerciante del centro de Medellín que no alcanzó a venderla en su cafetería. Y con los $4.000 que ella ganó, vendiendo dulces en los buses, compró una libra de arroz, un pedazo de panela, una bolsa de arepas y tres huevos que usará para el desayuno de la familia mañana, hasta cuando ella vuelva a conseguir dinero.
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