Después de haber renunciado a su reforma sistémica de pensiones, compleja e incomprendida por los franceses, el ejecutivo contempla un aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años antes de las elecciones presidenciales. Una forma de tranquilizar a su electorado de derecha, preocupado por el empeoramiento del déficit y el aumento de la deuda.
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