Con los sistemas públicos de atención psicológica colapsados, cada vez hay más gente que debe pagar para acceder a consultas privadas sobre salud mental: muchos no pueden y otros desconfían de sus terapeutas Una sesión de 45 minutos cuesta unos 60 euros en Barcelona, lo que está creando una brecha: personas con problemas reales no se diagnostican y otras menos graves reciben un tratamiento que no siempre necesitan
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