El asesino del periodismo es el poder, principal interesado en que no se conozca la verdad. Y sus mejores cómplices, los medios de comunicación súbditos, el periodismo mercenario, los periodistas esbirros. Que sean violentamente agredidos por antidisturbios unos periodistas que cubren una concentración no violenta en el centro de Madrid, es una gravísima vuelta de tuerca más en la represión de los derechos democráticos.
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