Las personas empleadas cuyos salarios no cubren las necesidades básicas tienen un 14% más de posibilidades de tener mala salud general que el grupo que sí llega a fin de mes y un 21% más de posibilidades de padecer mala salud mental. Mujeres y jóvenes salen peor parados que la media. Los empleos precarios de la hostelería se configuran como un factor de riesgo.
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