“Mientras que pueda donar, voy a hacerlo siempre. La verdad es que, cuando me afectó ese virus, no la pasé nada bien. Y gracias a que hoy estoy sano, puedo ayudar a otras personas que pasan por la misma situación”. Así resume David Jesús Ibarra, un joven de 26 años, los motivos por lo que se encuentra sentado en la sala de aféresis del Banco Central de Sangre de la Provincia de Córdoba.
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