Que todos tenemos prejuicios está claro. Y yo soy la primera en reconocerlo. Ahora, cuando estos prejuicios afectan a los animales, entonces la cosa empieza a molestarme más. Sin ir más lejos, hace ya algún tiempo, nos acercamos al Corte Inglés a comprar una cafetera nueva. Cuando ya llevábamos un buen rato mirando, se nos acercó uno de los guardias de seguridad y nos comunicó de malos modos que los perros no podían entrar.
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