Estamos de nuevo empantanados en esas paradojas donde los unos, por el mero hecho de gritar más alto por la paz, dejan a los otros como cómplices de la guerra y a todos desarmados frente a ella. Construyen su buena conciencia a costa de la de los demás. A veces, el bien y el mal están tan enredados como la mala hierba y el trigo, y hay que esforzarse en cribarlo para hacer buen pan, en vez de quemar el campo entero.
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