Varios obsesos de la puntualidad y tardones crónicos confiesan las razones de su comportamiento, anécdotas divertidas provocadas por ese hábito y lo que sufren en silencio por sus devaneos temporales. Vivimos en un mundo en el que se habla muy a menudo de la impuntualidad. Mucha gente tiene entre sus rasgos distintivos el llegar siempre tarde, pero nunca he escuchado hablar de la extrema puntualidad y sus consecuencias. ¿Será tan común como su contrario? ¿Es algo imposible de cambiar?
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