En primer lugar ha puesto de manifiesto la falsedad de los especiosos, incluso ridículos, motivos que adujo para atacar a Ucrania, que fueron variando con el tiempo. En orden no necesariamente cronológico (ni lógico): detener el progreso de la OTAN hacia el Este, derrocar un gobierno neonazi, desmilitarizar Ucrania, acabar con el movimiento LGTBI, proteger al virtuoso mundo eslavo de la depravación y decadencia occidental…
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