Las curvas que representan el crecimiento económico de la mayoría de los países se parecen: colinas, pequeños valles y, de vez en cuando, algún relieve más pronunciado. En el caso argentino, la gráfica recuerda una sucesión de convulsiones. 2002: descenso de un 10,9%; 2003: aumento de un 8,8%; 2007: pico de un 7,7%; 2009: crecimiento nulo; 2011: nuevo incremento de un 7,9%; 2012: apenas un 1% (2). Durante los últimos sesenta años, Buenos Aires ha acumulado cuatro impagos de su deuda, veintiséis acuerdos con el FMI y dos episodios de hiper.
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