Hubo un tiempo en que yo, como tantos de mis amigos, lo reconozco, estuve enamorado de El País. Una reproducción enmarcada de su primer ejemplar, con fecha 4 de mayo de 1976, presidió el salón de mi casa y sobrevivió a mudanzas diversas durante años. Fue duro entender con el tiempo que aquel producto periodístico del que un día estuve enamorado ya no lo reconocía ni la madre que lo parió. Lo quité de la pared.
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