La desgracia podría haber sido mucho peor viendo como los restos del reactor que detonó se han esparcido por los alrededores. Algunos son de gran tamaño y volaron como si fueron metralla. Fue precisamente la tapa, de unos 800 kilos, la que acabó con la vida de un vecino de Torreforta a casi tres kilómetros de la zona cero.
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