Alarcón sufre el Síndrome de Meige, una de esas enfermedades que cuesta diagnosticar (en su caso fueron tres años y con la pandemia por medio). La padecen uno de cada medio millón de personas, es incurable y provoca una falta de control de los párpados que en la práctica se traduce en una ceguera funcional. “Pasas del cero al cien y del cien al cero”, resume. De ver bien a tener los ojos cerrados sin saber por cuánto tiempo.
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