Si en las próximas semanas, o en los próximos meses, Rusia sigue reduciendo los envíos de gas a sus compradores europeos, y los precios aumentan pero no de forma drástica, la UE tendrá que apretarse el cinturón, confiar en las reservas y la solidaridad y seguir apostando por fuentes alternativas o nuevos proveedores. Pero si Moscú cierra el grito completamente habrá pocas alternativas a un racionamiento forzoso, una rebaja significativa de la demanda e, incluso, a un tope generalizado en todo el continente. Esa es la conclusión del documento qu
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