Cuando se lanzó el MeToo desde una gala en Hollywood, en octubre de 2017, le escuché decir a una militante feminista supuestamente moderada que en esta oleada se cometerían injusticias pero que valía la pena por los resultados que tendría este movimiento. Creo que no era consciente de la enormidad que estaba diciendo, algo equivalente a sostener que el fin justifica los medios. Cabe esperar entonces que, así como los excesos del MeToo se contagiaron a otros países, también lo haga el sentido común que inspiró el fallo del caso Depp-Heard.
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