Ya habían tenido un intenso debate durante cuatro horas. Y no pintaba bien. Pedro Sánchez y el portugués António Costa empezaron a ver cada vez más lejos su idea de autorizar al Consejo Europeo a lanzar una “excepción ibérica” para imponer un tope a los precios del gas, que se utiliza para producir electricidad en la península, y con ello reducir el coste final en las facturas. Había resistencias a que la reducción en la factura de la luz fuera importante y rápida. Especialmente en Alemania y los Países Bajos. La negociación no iba bien.
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