Podemos cambiar muchas veces y sentir que cada cambio está justificado. Pero una inteligencia sin pensamiento acaba devorada por la vejez y el narcisismo. Siempre hemos estado desajustados Fernando Savater y yo. Hoy, cuando es difícil prestarle atención sin un poco de sonrojo, reconozco lo que hace tres décadas le negaba: que ha sido uno de los mejores ensayistas que ha tenido este país en los últimos cuarenta años. Era fino, brillante, prismático, culto, irreverente, divertido: un robusto chestertoniano al que le gustaban los desayunos inglese
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