No hay un Estado democrático sin forma y materia democrática. Parece obvio. El río sin cauce forma no es río, sin el agua materia tampoco. Nos hemos acostumbrado a pensar que tenemos democracia porque ostentamos derechos (reunión, asociación, libertad, etcétera...). Estos constituyen la materia de la democracia, el agua con el que se llena el cauce. Pero el cauce democrático, hoy inexistente, requiere un Estado que formalmente separe los tres poderes del mismo y que se sirva de elecciones representativas.
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