Matthew pasó seis meses de su vida encerrado en una de las cárceles más duras de Líbia. Durante este tiempo nadie supo nada de él hasta que los rebeldes le liberaron de la cárcel. "A veces hacía bolas con el pan y jugaba a tirarlas a las dianas que marcaba en la pared. A ratos cantaba canciones de Guns’n’Roses así como el himno nacional de América", explica.
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