El cadáver de la madre está en el salón desde hace varios días. Yace en un rincón, dentro de un ataúd enchufado a una aparatosa máquina para mantener el cuerpo refrigerado. A ratos, Hira Ibraim, la hija, de 23 años, lo mira. Lo mismo hacen su hermano, de 20 años, y su padre. El ruido de la máquina conectada a una toma eléctrica es imperceptible. A veces, almuerzan y cenan en el salón, con la mirada anestesiada para domar la angustia entre las cuatro paredes de su casa de Pisogne, en la región italiana de Lombardía.
|
etiquetas: italia , europa , covid-19 , coronavirus , pandemia , musulmanes