Como miles de familias en la periferia de Santiago de Cuba, Eugenio vive en un asentamiento que no dispone de luz, agua ni alcantarillado. Las casas, ubicadas detrás de los edificios del Micro 9 en el distrito de José Martí, están hechas de retazos de madera con pedazos de cartón, tolas de zinc y piso de tierra. "Llegué y me planté en un terreno enyerbado", cuenta este custodio de 29 años sobre su instalación en este sitio con su mujer, Victoria, hace tres años.
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