La prueba se realizó con un simulador de infección del virus SARS-CoV-2 usando dos cabezas de maniquíes colocadas frente a frente dentro de una vitrina, una de ellas con un nebulizador descargando el virus y la otra dotada de un ventilador imitando la respiración humana. Cuando al emisor le colocaron una mascarilla, de tela o quirúrgica desechable, el contagio del receptor, que estaba descubierto, se redujo en más del 70% en ambos casos, mientras que con la N95 colocada apropiadamente se alcanzó casi el 100%.
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