Juan sacó la camisa del armario. La última vez que se la había puesto fue diez años antes, cuando enterró a su padre. Juan sólo tenía una camisa, que se ponía en las ocasiones especiales: cuando se casó, cuando se murieron sus padres, cuando bautizó a sus hijos... Juan tenía la ilusión de que su hijo mayor, de nombre Juan como él, y la mediana, Mariana, pudiesen continuar estudiando al acabar la secundaria; quizá Juan podría ser abogado y Mariana maestra. Pero para eso tenía que ponerse aquella camisa.
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