"¿Acaso no puedes recordar tu nombre?", solían decirle los colegas de Rob Hackett en broma. Era fines de 2017 y el anestesista británico había decidido empezar a ingresar a las salas de operaciones con su nombre y profesión escritos en el gorro, algo tan vistoso que era ineludible para sus colegas. Y esa era justamente la idea: que lo detectaran y leyeran con facilidad. Durante sus 12 años como anestesista, ha sabido de estudiantes a los que piden que terminen una operación porque los confunden con novatos en fase de entrenamiento.
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