Es el precio del tiovivo y de su giro eterno, tan insaciable como una sesión continua de una sala X en la calle Carretas en los ochenta. Miro con aprensión a mi lado a veces, de norte a sur, y de este a oeste, y me siento Mia Farrow en La semilla del diablo. O quizá mejor como El hombre elefante. De feria en feria.
|
etiquetas: política