Si la España de hoy fuera tan “democrática, moderna y diversa” como pretende Irene Lozano, no habría políticos que, creyéndose progresistas, se dejaran seducir tan fácilmente por retóricas retrógradas heredadas de tiempos más oscuros. No, el problema es que la frase asienta un concepto de la patria que invita a pensar en términos de amigo y enemigo. Un patriotismo, en fin, para el cual toda crítica es calumnia.
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