Para los impulsores de la iniciativa, esas concertinas —la encarnación más brutal del alambre de espino— son "el símbolo más visible de la violación de Derechos Humanos". Y ahí siguen, hiriendo el paisaje, rasgando la carne, como una lúgubre corona de espinas que aludiera al pecado connatural de nacer en el Tercer Mundo.Esas connotaciones siniestras vienen acompañando al alambre de espino desde casi su principio. Concretamente, desde el preciso momento en que una tecnología concebida para confinar y proteger al ganado se alzó por primera vez co
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