Les costó poco descubrir que el transporte iba a ser la gran piedra en un camino plagado de ellas. A estas alturas hacen ellos casi toda la distribución, sumando kilómetros por carreteras que, a veces, ni ameritan esa denominación. El problema acaece cuando, por imposibilidad física o temporal, les es imposible llevar un pedido: "Ningún transportista sube a Aineto", explican, "así que tenemos que llevar la carga a Hostal de Ipiés (a 40 kilómetros) y allí nos la recogen, pero pagamos el porte como si subieran hasta Aineto".
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