Las playas de fina arena blanca del sur de Menorca y los paisajes lunares de Faváritx, en la zona geológica que se conoce como la Menorca fosca, son dos de las zonas de la isla más castigadas por una singular erosión que no está relacionada con el cambio climático. Es otro de los impactos silenciosos de la masificación turística, que se concreta en el expolio de importantes cantidades de material geológico que los turistas tratan de llevarse a sus países de origen como un personalizado souvenir.