La crisis que explosionó entre 2006 y 2008 fue provocada básicamente por la avaricia: se empezaron a vender los inmuebles lo más caro posible. La idea era obtener el mayor beneficio con la mayor rapidez y sin importar nada más. Ello se debió a que Europa decidió rescatar a los bancos en lugar de a los ciudadanos. O mejor dicho, a costa de los ciudadanos. Y a quien se opuso le puso un revólver en la cabeza.
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