Patricia había adoptado el gato y en un viaje en transportín para enseñárselo a una amiga, el gato se escapó corriendo encontrándose con una mujer con síndrome de Diógenes, que lo agarró y se lo llevó. Patricia observó cómo la mujer se apropiaba del gato, pero no fue capaz de que se lo devolviera y la perdió de vista. «Me dijo que no me lo daba porque se había encariñado con él»
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