Hannah Arendt, al analizar hace ya más de medio siglo las raíces del totalitarismo, advertía sobre la amenaza arrolladora del cinismo. Y destacaba lo fácil que resulta que la gente racional se desoriente y se deje persuadir, en el tumulto, de que todo es posible y nada es cierto. La responsabilidad de internet y las redes sociales resulta bastante evidente en esta transformación a peor de nuestras democracias.
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