Se trata de un descubrimiento fortuito realizado por un grupo de estudiantes. Descubrieron que tan pronto como se perforaban agujeros en los árboles que alojan las hormigas aztecas, éstas corrían hacia el área de la herida y comenzaban a repararla. En 2'5 horas, el tamaño del agujero se había reducido significativamente y, a menudo, estaba completamente reparado en 24 horas.
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