La empresaria asegura haber rejuvenecido tras pincharse una terapia génica ilegal probada en ratones.
A todo el mundo le gusta una buena historia y Liz Parrish sabe que la suya tiene todos los ingredientes para serlo. Tiene un niño enfermo y una madre abnegada, científicos malvados que conspiran contra la humanidad, experimentos genéticos ilegales y un negocio furtivo de megarricos que viajan a aguas internacionales en busca de la juventud eterna
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etiquetas: liz parrish , terapias genéticas , rejuvenecimiento
Salvo si se trata de rusos amigos de Vladimir Putin. Entonces sí que podemos decir que son oligarcas malísimos.
Pero si no, entonces son lo puto mejor. Y si son anglosajones, vamos, ni Jesucristo les hace sombra.
Hijos que ya tenía en 2011 así que, como poco, tenían dos años, ¿primera vez que llevaba uno al médico?
Parrish no preguntó por plumas de insulina, medidores de azúcar y control
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